Maneras de hacer mundos by Nelson Goodman

Maneras de hacer mundos by Nelson Goodman

autor:Nelson Goodman
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788491140283
editor: La balsa de la Medusa


2. Construir el movimiento

Debería estar fuera de toda duda que con frecuencia, y con considerable regularidad y predictibilidad, vemos cosas que no suceden, pues de ello nos suministran evidencia las ilusiones ópticas que ilustran las investigaciones psicológicas, la asistencia a funciones de prestidigitación o la corrección de pruebas de imprenta. Discutiremos ahora cómo es posible que podamos ver un movimiento o un cambio que no sucede, pues esa cuestión suscita algunos problemas teóricos intrigantes. La principal fuente de información que emplearemos es el trabajo de Paul A. Kolders, Aspectos sobre la percepción del movimiento 1.

El fenómeno más simple y más conocido de movimiento aparente tiene lugar cuando se proyecta por un breve lapso de tiempo un punto sobre un fondo contrastante y tras un intervalo de entre 10 y 45 milisegundos se proyecta otro punto alejado del anterior por una pequeño distancia 2. Con un intervalo menor e idéntica distancia percibimos dos destellos simultáneamente y con un intervalo mayor vemos dos puntos iluminados sucesivamente. Pero, dentro del intervalo señalado, vemos como si un único punto se moviera de la primera posición a la segunda. Según Kolers, este fenómeno era una 'bien conocida curiosidad de laboratorio' cuando Sigmundo Exner lo contrastó en una experimentación formal en 1875, aunque hubiera de esperar hasta 1910 para un estudio más sistemático con los trabajos de Max Wertheimer ( AMP, 1-2). Kolers especula que esos retrasos se debieron en parte a la ausencia de aparatos fiables, pero quizá en mayor medida a la resistencia de 'una filosofía mecanicista que argumentaba a favor de una correspondencia biunívoca entre la estimulación física y la experiencia psicológica. El fenómeno del movimiento aparente es una violación dramática de esa supuesta equivalencia' ( AMP, 3). Por desgracia, no siempre las violaciones dramáticas alcanzan a conturbar los dogmas.

No se alzará hoy ninguna ceja ante este simple y conocidísimo caso de movimiento aparente. Solemos atribuir esa percepción a alguna forma de esperado salto eléctrico neuronal, a una especie de cortocircuito cortical. Pero la interpretación del fenómeno nos plantea, de hecho, algunas preguntas serias y significativas. En primer lugar, ¿en qué medida se parecen la percepción del movimiento aparente y la del movimiento real, en el que el punto de luz se mueve realmente de un lugar al otro? ¿Percibimos, en este último caso, un movimiento continuo a lo largo de todo el trayecto o, por el contrario, nos fijamos en unos cuantos puntos de esa trayectoria y la completamos luego, como cuando no existe sino movimiento aparente? ¿Se implican en este último movimiento, como sucede en la percepción del movimiento real, los 'detectores de movimiento' 3 ? Y si así es, ¿serán esos detectores, más bien, detectores de una sucesión rápida? Si ese no es el caso, el movimiento visual no dependerá siempre de ellos. En segundo lugar, ¿cómo podemos suplementar, en el caso del movimiento aparente, los diferentes puntos iluminados en los diversos lugares temporales a lo largo de la trayectoria que une el primer punto luminoso como el segundo, antes



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